Quizás creáis que mi primer post aquí en mi blog va a ser un bombazo, que voy a decir sentencias sobre lo importante que es que te sientes a escribir para que el mundo pueda recordarte pasados unos años. Pero no. Siento informaros de que voy a contaros un poco mi vida y de la importancia que tiene que ahora mismo (bueno, cuando vosotros estéis leyendo esto, no) esté escribiendo este artículo.
Aunque os pueda parecer un sinsentido, llevo meses sin escribir. No me refiero a no escribir ni una sola palabra, pero sí a tener miedo, miedo de sentarme delante del ordenador o mi libreta para seguir con mi novela, miedo a este acto que para mí es tan significativo, tan importante. Después de muchos meses, comencé a plantearme el por qué, ¿qué me frenaba? Recordaba una de las épocas más felices de mi vida en la que la escritura era (casi) todo mi mundo. Adoraba que mi vida, mis rutinas, girasen en torno a el simple, pero a la vez muy complicado, acto de ordenar todas mis ideas en un papel. No sabéis la plenitud mental que por una vez en mi vida sentía. Tenía todo lo que quería, mi pareja, mi casa y mis letras.
Creo que voy a ahorraros unos cuantos meses de vivencias no tan bonitas ni gratificantes porque, al fin y al cabo, ya sabéis dónde nos llevan, a la nada. De sentirme plena con la parte creativa de mi vida a sentir que el mundo se acababa si yo conseguía escribir una palabra, de volver a sentir que la escritura no podía formar parte de mi vida y, ¿por qué? Por todo lo que se os habrá pasado por la cabeza alguna vez, Síndrome del impostor, dudas sobre si tu obra es buena o sólo estás perdiendo el tiempo, si sólo son sueños infantiles…
En fin, todas esas cosas tan bonitas que nos decimos las personas creativas… Hasta que un día me hicieron la gran pregunta: “¿por qué escribes?” Y para mi sorpresa, no dije para publicar, ni para ganar dinero, ni siquiera para ordenar mi imaginación, dije: “porque me hace feliz”.
Así que, ahora esa pregunta os la hago yo, ¿por qué escribís? Y que no os engañen, cualquier respuesta es válida si vosotros así lo sentís. No tiene que haber una razón súper profunda (aunque a veces me ponga mística), porque la importancia que le dais a escribir, la importancia que tiene esa parte de vosotros, no es asunto de nadie más.
